Versos de barro y muerte: La poesía durante la primera guerra mundial. Hacemos un video

El ser humano es un ser maravilloso, aún en los peores, más tristes y desolados contextos busca en la belleza de la expresión artística contar lo que le ocurre.
Para profundizar lo que estuvimos viendo en clase estuve buscando diferentes poemas, en los que podamos no sólo analizar el contenido sino detenernos a ver la belleza de la creación del hombre, aún en lo más triste y miserable de la humanidad.
Muchos de los poemas fueron extraídos de internet del libro "Tengo una cita con la muerte" editado en el 2011, el cual es una antología de poemas escritos por soldados durante la primera guerra.
La consigna es que en grupos de dos o tres personas elijan uno de los poemas que aparecen abajo, luego deben grabar un video en el que se escuche el poema elegido por ustedes (de fondo que aparezcan imágenes representativas de la primera guerra, si quieren pueden ponerle música). Una vez que concluyen de leer el poema hagan una breve biografia sobre la vida del soldado que redacto el poema elegido y luego analicen todo (fragmentos del poema significativo, frases, elementos de la vida del soldado, etc.)
Suban el video a youtube  y la idea es que abajo (en los comentarios) dejen el link para que compartamos juntos  la experiencia.
Abajo dejo una imagen de la Torre de Londres que se vistió con más de 880 mil amapolas tras cumplirse 100 años (junio del 2014) del comienzo de la Primera guerra mundial. La idea fue del artista Paul Cummins y el escenógrafo Tom Piper. En noviembre todo Europa se viste con una amapola para recordar a los caídos en la guerra.
¡Manos a la obra y a inspirarse se ha dicho!


SELECCION DE POEMAS DE Tengo una cita con la muerte
CITA
Tengo una cita con la muerte
en alguna disputada barricada,
cuando la primavera vuelva con susurrante sombra
y las flores de manzano llenen el aire
–tengo una cita con la muerte
cuando la primavera traiga los días hermosos y azules
  de vuelta–.

Puede ser que me coja de la mano
y que me lleve a su tierra oscura
y que cierre mis ojos y que apague mi aliento
–quizá pase a su lado en la quietud–.
Tengo una cita con la muerte
en alguna descarnada ladera de colina arrasada,
cuando la primavera regrese, un año más,
y asomen las primeras flores en el prado.

Dios sabe que sería mejor estar bien cubiertos
en seda y ser tendidos con perfumes,
donde el amor palpita en sueño placentero,
pulso cercano al pulso, y aliento al aliento,
donde los despertares acallados son queridos…
Pero tengo una cita con la muerte
a medianoche en algún pueblo en llamas,
cuando la primavera se encamine otra vez al norte,
y yo siempre soy fiel a mi palabra,
no faltaré a mi cita.
ALAN SEEGER

***

DULCE ET DECORUM EST
Doblados en dos, como viejos mendigos envueltos en
   sacos,
las rodillas rotas, tosiendo como brujas, maldecíamos
   en el lodo,
hasta que le dimos la espalda a las bengalas que acechaban
y hacia nuestro lejano descanso avanzamos con dificultad.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos habían
   perdido sus botas,
pero seguían, cojeando, cubiertos de sangre. Todos
   lisiados y ciegos;
ebrios de fatiga; sordos incluso a los zumbidos
de las bombas de gas que caían suavemente a sus espaldas.

¡Gas! ¡Gas! ¡Rápido, muchachos! –un éxtasis al
   revolvernos,
ajustándonos las torpes máscaras justo a tiempo,
pero aún alguien gritaba y se movía, tropezándose
y confuso como un hombre envuelto en llamas o en cal
   viva.–
Turbio a través de los neblinosos cristales y la espesa
   luz verde,
como bajo el verde mar, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi visión impotente,
   tira de mí, consumiéndose, atragantándose, ahogándose.

Si tú también, en algún sueño sofocante, pudieras caminar
detrás del carro al que lo arrojamos,
y pudieses ver los blancos ojos retorciéndose en su cara,
Tengo una cita con la Muerte 147
su cara que cuelga, como un diablo enfermo de pecado;
si pudieses oír cómo, con cada bache del camino, la sangre
va saliendo a borbotones de sus pulmones corrompidos
   con espuma,
obscenos como un cáncer, amargos como el bolo
   alimenticio
de viles e incurables llagas en lenguas inocentes;
mi amigo, no dirías con tal celo
a los niños ardientes por una gloria desesperada,
la vieja Mentira: dulce et decorum est
pro patria mori
.

WILFRED OWEN

***

HIMNO A LA JUVENTUD CONDENADA
¿Qué toque de difuntos para los que se mueren como
                                                                              reses?
   Sólo la monstruosa rabia de los cañones.
   Sólo el tartamudeo veloz de los fusiles,
puede escupir sus apremiantes rezos.
   Ninguna imitación para ellos de plegarias o campanas,
   ninguna voz de luto salvo los coros
–los estridentes y chiflados coros– de las bombas que
                                                                           gimen;
y las cornetas llamándolos desde tristes condados.

¿Qué velas pueden ser portadas para favorecerlos a todos?
   No en las manos de los niños, sino en sus ojos
brillará el sagrado destello de la despedida.
   La palidez de las frentes de las niñas será su mortaja;
sus flores, la ternura de las mentes pacientes,
y cada lento crepúsculo, un bajar de persianas.

WILFRED OWEN

***

LOS MUERTOS
¡Soplad, cornetas, sobre los ricos muertos!
   No hay ninguno de estos solitario y pobre de vejez,
pero el morir nos ha hecho regalos más valiosos que
                                                                        el oro.
Estos apartaron el mundo; vertieron el dulce
vino tinto de la juventud; entregaron los años que serían
   de trabajo y alegría, y esa serenidad indeseada
   que los hombres llaman edad; y aquellos que hubieran
                                                                               sido,
sus hijos, entregaron, su inmortalidad.
¡Soplad, cornetas, soplad! nos trajeron, por nuestra
                                                                        escasez,
   Santidad, tan añorada, y Amor y Dolor,
el Honor ha vuelto, como un rey, a la tierra,
   y ha pagado a sus súbditos con un sueldo real;
y la nobleza vuelve a caminar con nosotros,
   y ya nos encontramos frente a nuestro legado.
RUPERT BROOKE

***

A MI HIJA BETTY
en días más sabios, mi querida flor, lanzada
a la belleza orgullosa, como era el orgullo de tu madre,
en ese deseado, retrasado e increíble tiempo,
te preguntarás por qué te abandoné, siendo mía,
y el querido corazón que era tu trono de bebé,
por jugármela con la muerte. Y, ¡oh!, te darán rimas
y razones: algunos lo llamarán sublime,
y otros lo declamarán con tono cómplice.
Así que aquí, mientras las dementes pistolas maldigan
   por lo alto,
y los hombres exhaustos suspiren, con barro como
   colchón y suelo,
sabe que nosotros, infelices, ahora con los muertos
   infelices,
no morimos por una bandera, ni un rey, ni un emperador
sino por un sueño, nacido en la cabaña de un pastor,
y por la secreta escritura de los pobres.
THOMAS MICHAEL KETTLE
escrito cuatro días antes de su muerte, 1916

***

EL VERTEDERO DE LOS MUERTOS
El descenso de la artillería sobre el camino hecho añicos
resonaba con su carga oxidada,
asomando como varias coronas de espino,
y los postes herrumbrosos como cetros que se venden
para detener la marea de hombres brutos
sobre nuestros queridos hermanos.

Las ruedas aplastaban a los muertos dispersos,
pero no había daño alguno, aunque sus huesos crujían;
sus bocas cerradas no emitían ninguna queja.
Allí yacían abrazados, amigo y enemigo,
hombre nacido de hombre, y de mujer;
y las bombas aullando sobre ellos
de la noche a la noche y ahora.

La tierra los ha esperado
todo el tiempo de su crecimiento
preocupada por su deterioro:
¡ahora al fin los tiene!
en la fuerza de su fuerza
suspendidos –detenidos y sujetos–.

¿Qué fieras imaginaciones encendieron sus oscuras almas?
¡Tierra! ¿Han entrado en ti?
a algún lado deben de haber ido,
y arrojada a tu dura espalda
está el petate de su alma,
vaciada de las esencias ancestrales de Dios.
¿Quién los lanzó ahí afuera? ¿quién los lanzó?

Ninguno vio la sombra de su espectro mover la hierba,
o se apartó para que pasara su vida a medio usar
a través de sus malditos orificios nasales y de su maldita
   boca,
cuando la veloz abeja candente de hierro
drenó la salvaje miel de su juventud.

¿Y qué de nosotros que, arrojados a la pira y sus alaridos,
caminamos, nuestros pensamientos corrientes intactos,
nuestros miembros afortunados bebiendo el icor,
pareciendo inmortales para siempre?
Quizá cuando las llamas nos agobien
el miedo pueda atascarse en nuestras venas
y la sorprendida sangre al fin parar.
El aire resuena a muerte,
el oscuro aire brota con fuego,
las explosiones son incesantes.
Atemporales ahora, algunos minutos pasan,
estos muertos cruzan el tiempo con vida vigorosa,
hasta que la metralla clama «¡Un final!»
pero no para todos. con dolores sanguinolentos,
algunos echados sobre camillas soñaban con el hogar,
cosas queridas, manchadas de guerra en sus corazones.

Los sesos de un hombre se esparcieron
sobre la cara de un camillero:
sus temblorosos hombros dejaron caer su carga,
pero cuando se inclinaron para mirar otra vez
el alma agonizante estaba demasiado hundida
para ternura humana.

Dejaron a este muerto con los otros, más antiguos,
tendido sobre el cruce de caminos.

Ennegrecidas por una extraña descomposición
sus siniestras caras yacen,
el párpado sobre los ojos;
la hierba y la arcilla colorada
se mueven más que ellos,
unidos a los silencios más profundos.

Aquí hay uno que murió hace poco.
Su oscuro oído captó nuestras ruedas lejanas,
y el alma asfixiada estiró sus débiles manos
para alcanzar el mundo viviente del que hablaban las
   ruedas lejanas;
la inteligencia embotada en sangre latiendo por un poco
   de luz,
gritando a través del misterio de las torturadoras ruedas
   lejanas
preparado para que el final llegara
o para que las ruedas se partieran,
gritó cuando el tictac del mundo rompió sobre su mirada
«¿Vendrán ellos? ¿Vendrán alguna vez?».
incluso cuando los distintos cascos de las mulas,
las mulas de barrigas temblorosas,
y las ruedas veloces se entremezclaban
con su prominente mirada torturada.

Así tomamos rápidamente la curva,
oímos su grito, tan débil,
oímos su último sonido,
y nuestras ruedas sajaron su cara muerta.

ISAAC ROSENBERG

***

ANTES DE ENTRAR EN LA BATALLA

Por todas las glorias del día
   y la fresca bendición de la tarde,
por ese último roce del sol que yacía
   en las colinas cuando el día acababa,
por la belleza desbordada con esplendor
   y las bendiciones recibidas sin cuidado,
por todos los días que he vivido
   haz de mí, señor, un soldado.

Por todos los miedos y esperanzas de los hombres,
   y todas las maravillas que los poetas cantan,
las risas de los años despejados,
   y cada cosa triste y adorable;
por las románticas edades atesoradas
   con este esfuerzo suyo alto y noble,
por todas sus locas catástrofes
   haz de mí, señor, un hombre.

Yo, que en mi colina conocida
   vi con ojos ignorantes
cientos de Tus atardeceres derramar
   su fresco y bermejo sacrificio,
antes de que el sol oscile su espada de mediodía
   debo ahora todo esto despedir;
por todos los placeres que voy a perderme,
   ayúdame, señor, ayúdame a morir.

WILLIAM NOEL HODGSON
escrito dos días antes de su muerte,
el 1 de julio de 1916
Asesinado en Piave – Julio 8 – 1918 de Ernest Hemingway 
Deseo y
Todo el dulce pulso del sufrimiento
De las heridas apacibles.
Eras vos quien
Se fue hacia el interior de la adusta sombra.
Ahora, en la noche, venís serio
A dejarte caer conmigo.
Una estúpida, fría, rígida bayoneta
En mi caliente e hinchada, palpitante alma

Campos de Honor de Ernest Hemingway 

Los soldados nunca mueren bien:
Las cruces marcan los lugares;
Donde ellos cayeron  hay cruces de madera;
Un palo sobre sus caras.
Los soldados empujan y tosen y caen de cabeza
Todo el mundo grita en rojo y negro
Los soldados se sofocan en una trinchera y
Se asfixian completamente durante el ataque.

No podemos dormir o más conocido como En los campos de Flandes de John McCrae
En los campos de Flandes
Crecen las amapolas.
Fila tras fila
entre las cruces que señalan nuestras tumbas.
Y en el cielo aún vuela y canta la valiente alondra,
escasamente oída por el ruido de los cañones.
Somos los muertos.
Hace pocos días vivíamos,
cantábamos, amábamos y éramos amados.
Ahora yacemos en los campos de Flandes.
Contra el enemigo continuad nuestra lucha,
tomad la antorcha que os arrojan nuestras manos agotadas.
Mantenerla en alto.
Si faltáis a la fe de nosotros muertos,
jamás descansaremos,
aunque florezcan
en los campos de Flandes,
las amapolas».

Comentarios

  1. https://www.youtube.com/watch?v=VSHOGUeCC1s

    Este es el link para ver el video del trabajo
    (integrantes: Maira Dis y Melina Dominguez. Escuela: Esteban Echeverria)

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  2. https://www.youtube.com/watch?v=2_a-acI6qY0

    Este es el link de trabajo.
    (integrante: velazquez kevin. colegio: Esteban echeverria)

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  3. Link del trabajo:https://youtu.be/vlla5Wh9h2Y

    Integrantes:Matias Schuchinsky, Agustin Loto, Francisco Brandan

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  4. Link del trabajo: https://www.youtube.com/watch?v=7tg4IK-r4JY
    Integrante: Lautaro Storino

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  5. LINK DEL TRABAJO: https://youtu.be/zkVL5tbM8qI
    INTEGRANTES: ISAIAS BOLIVAR Y CHIARA BOCHICHIO



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  6. LINK DEL TRABAJO: https://www.youtube.com/watch?v=DLFoarET0mE
    INTEGRANTES: NAHUM CARABALLO

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  7. LINK DEL TP; https://youtu.be/QqNNUOE_Law

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    1. PROFESORA DISCULPE PASA QUE ME EQUIVOQUE Y MANDE EL PRIMER VIDEO POR EQUIVOCACION.....EL SEGUNDO VIDEO ES EL VERDADERO

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